Disputas en el G-20 por alimentos transgénicos

01.11.11
América XXI

Por María Inés Aiuto

El Grupo de los 20 (G-20) realizó un seminario sobre commodities en septiembre pasado en Estambul, Turquía, para continuar discutiendo las políticas agrarias globales en el marco de la crisis actual. Como en otras reuniones durante este año, el bloque de países desarrollados y emergentes le dio prioridad a la volatilidad y alza de los precios internacionales de las materias primas agrícolas causados principalmente por la especulación financiera.

Si bien no hubo acuerdo respecto a la propuesta de regulación de los mercados financieros relacionados con los commodities agrícolas, los representantes del G-20 respaldaron una mayor transparencia de información sobre las transacciones para aportar estabilidad y evitar abusos en los precios.


Francia, que preside el G20, es partidaria de esta regulación en los llamados mercados de futuros. En noviembre, durante la próxima reunión de presidentes y jefes de Estado del bloque en la ciudad francesa de Cannes, este país espera que se apliquen limitaciones a las inversiones financieras en las materias primas agrícolas. Esta postura fue rechazada por el secretario de Finanzas suizo, Alexandre Karrer, quien apuntó como causa de la volatilidad de los precios al desequilibrio entre la oferta y la demanda, no la especulación financiera.

Mientras los precios internacionales de los alimentos alcanzaron su récord este año, los integrantes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y la Argentina rechazaron posibles limitaciones al aumento de precios de commodities agropecuarios –como el trigo, maíz, azúcar, algodón, soja, café y cacao-. En cambio, propusieron elevar la producción con más tecnologías, es decir, insumos como semillas genéticamente modificadas (OGM) que se adapten a distintos suelos y climas, maquinaria y nuevos agrotóxicos. También el ministro de Industria y Energía de Francia, Eric Besson, coincidió en alentar la inversión para incrementar la producción agrícola.

Por su parte, el titular de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), José Graziano Da Silva, que asumirá sus funciones en 2012, expresó que es “necesario fijar algún tipo de regulación sobre el precio de los commodities agropecuarios para beneficio de los consumidores y evitar la especulación”.

La versión campesina

Como contracara, La Vía Campesina, el movimiento internacional de campesinos y campesinas que cuenta con más de 200 millones de personas, sostuvo que “el G20 no tiene autoridad para dictar sus políticas al resto del mundo ya que incluye a las 20 economías más ricas y excluye a las más pobres” y que este bloque “no puede apropiarse de las políticas alimentarias y controlarlas, porque afectan no sólo a los campesinos sino también a todo ser humano”.

Para el movimiento, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU (CSA) es el espacio legítimo en el que deben debatirse y adoptarse las políticas internacionales en materia de alimentación y agricultura. Además, condenaron al bloque de incompetente: “Desde su creación en 1999, dicen controlar la especulación y los paraísos fiscales, desmantelar los bancos «excesivamente grandes» e imponer impuestos a las transacciones financieras, pero estos intentos han fracasado porque los líderes de dichas naciones siguen promoviendo las mismas políticas neoliberales que han creado las crisis alimentarias y financieras actuales”.

Henry Saragih, coordinador internacional de la Vía Campesina, denunció que “la volatilidad de los precios es una consecuencia directa de las políticas neoliberales que consideran que los alimentos son una materia prima como otra cualquiera; las grandes empresas agroalimentarias y los bancos siguen especulando con los productos agrícolas y a la vez presionan para una mayor desregulación del comercio para aumentar su control sobre la cadena alimentaria”. Para la organización, en el mundo se producen suficientes alimentos para saciar la población, pero estos no llegan a la gente a causa de obstáculos como la monopolización del acceso a la tierra, el dominio de los recursos productivos y la creciente concentración del control sobre la cadena alimentaria.

Otro factor que provoca el aumento de las materias primas agrícolas es la subida del precio de los combustibles fósiles ya que el modelo agroalimentario global depende del petróleo en todas sus etapas –fertilizantes, maquinarias, etc-. A su vez, la suba del precio del petróleo aumenta la rentabilidad de los agrocombustibles, y del etanol en particular, esto significa que sube el del maíz destinado al etanol.

Actualmente, el acaparamiento de tierras es considerado como una nueva burbuja especulativa. De acuerdo al informe realizado por la organización GRAIN, durante le 2008 la industria financiera buscó refugios seguros: fondos de inversión, de capitales privados, de cobertura y otros similares compraron tierras agrícolas en todo el mundo provocando la suba de los precios de la tierra.

El mito de la escasez de alimentos para promocionar los OGM

En su informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo de 2010, la FAO aseguró que de los 6.700 millones de habitantes del planeta, 925 millones sufren hambre crónica. Y estima que en 2050 la población mundial se elevará a 9.000 millones, por lo tanto la producción agrícola debería incrementarse para ese entonces en un 60%.

Al respecto, Gustavo Duch, activista y experto en soberanía alimentaria, analizó en un artículo los cálculos arrojados por la entidad: “Según la FAO, la última previsión de las cosechas de cereales de 2010 se calculó en 2.230 millones de toneladas -1,4% menos del volumen del año anterior- siendo de todas maneras la tercera mayor cosecha mundial registrada hasta la fecha. Y el consumo calculado de cereales para el mismo año fue de 2 .260 millones de toneladas. Existiría un déficit, pero sepamos que de este consumo sólo 1.050 millones son los requeridos para la alimentación de las personas, el resto se utiliza en piensos, combustibles y otros usos. Además, esos 30 millones de supuesto déficit no son determinantes si tenemos en cuenta, de nuevo según la FAO, la existencia de más de 500 millones de toneladas de reservas de cereales”.

A raíz de esta supuesta necesidad de aumentar la producción de alimentos para contribuir a la estabilidad de precios durante la crisis, los países productores de commodities agrícolas como Argentina, Brasil, Canadá y los Estados Unidos cuestionaron las barreras a sus productos genéticamente modificados. “Los gobiernos de los países más desarrollados tendrán que sincerarse, porque no se puede combatir el hambre si no se incrementa la productividad a través de la biotecnología y sin la revolución genética”, expresó Julián Domínguez, ministro de Agricultura de la Argentina durante el seminario.

Mientras Canadá sostuvo analizar cómo evitar que “bajos niveles de presencia de organismos genéticamente modificados se transformen en una barrera al comercio o un obstáculo para la innovación tecnológica”, la delegación argentina solicitó abordar las regulaciones técnicas y las medidas sanitarias y fitosanitarias "que constituyen a menudo barreras perjudiciales para las exportaciones de los países en desarrollo”, en referencia a la soja RR (Round-up Ready) de Monsanto, cultivada en la Argentina y la Liberty Link, de Bayer, una soja resistente al herbicida glufosinato de amonio.

Pero la Unión Europea sostuvo su postura anti OGM y anunció que revisará sus leyes de importación en productos como la miel para evitar que ingresen lotes de países como la Argentina donde se practican cultivos con organismos genéticamente modificados (OGM). Para la Corte Europea de Justicia aunque los rastros de OGM sean mínimos, los productos no podrán ser comercializados en Europa sin autorización especial. Y una vez etiquetados con OGM, los productos pierden su valor.

Mercados de futuros

El informe de 2011 “Navegando por los meandros de la Especulación Alimentaria”, de Mónica Vargas y Olivier Chantry (Observatori del Deute en la Globalització), cuenta que los mercados de futuros nacieron a mediados del siglo XIX en Estados Unidos. Son acuerdos legales estandarizados para hacer transacciones de mercancías físicas en un tiempo futuro establecido previamente con el fin de garantizar un precio mínimo al productor ante las oscilaciones del mercado.

Desde el inicio el siglo XX, la especulación alimentaria en el mercado de futuros suscitó conflictos y debates. Según la FAO, en la Bolsa de Chicago “se han aducido manipulaciones del mercado –especialmente restricciones o acaparamientos– al menos una vez por decenio desde su creación”.

Este mecanismo se usa en la actualidad por los especuladores para hacer negocios gracias a la desregulación de los mercados de materias primas, impulsada a mediados de los años 90 en Estados Unidos y Gran Bretaña. De esta manera, los contratos para comprar y vender alimentos se pudieron comercializar independientemente de las transacciones agrícolas reales.

Hoy los especuladores son quienes tienen más peso en los mercados de futuros, a pesar de que sus transacciones de compra y venta no tienen nada que ver con la oferta y la demanda real. Si en 1998 la inversión financiera con carácter especulativo en el sector agrícola era de un 25%, actualmente ésta se sitúa alrededor de un 75%.

Citando a Vargas y Chantry, en el mercado de futuros lo que se vende y compra no son las materias primas, sino los contratos. Sin embargo, funciona como cualquier mercancía, es decir, cuando hay mucha demanda de un contrato de futuro, su precio aumenta. Cuando sube el precio de un contrato de futuro de una materia prima, sube el precio que se supone que tendrá en un futuro próximo. Esto implica una subida del precio actual real de la materia prima. Por tanto, las variaciones de precios en los mercados de futuros influyen en las variaciones de precios de los bienes a los cuales se refieren los contratos.


Artículo publicado con algunas variantes en:
http://americaxxi.com.ve/revista/articulo/79/p-strong-disputas-en-el-g-20-por-los-alimentos-transg-eacute-nicos-strong-p#

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