“Los diseños campestres correntinos son dignos de respetar y valorar”

Marzo 13. Por María Inés Aiuto.
Para No son Bosques

José Humberto Miceli es antropólogo y director del Gabinete de Investigaciones Antropológicas (GIA) [1] de la Provincia de Corrientes. Desde la institución, generan proyectos acordes con los saberes rurales y los ecosistemas locales con el fin de proteger el hábitat y promocionar los conocimientos de sus habitantes. En ese sentido, en 2008 el GIA presentó un informe al Ministerio de Producción de la provincia alertando sobre los impactos de las plantaciones forestales de pino y eucalipto que avanzan en el territorio, pero las autoridades no lo tomaron en cuenta. 

- NsB: En el último tiempo se ha hecho común y se promociona desde instituciones como el INTA Concordia, la construcción de viviendas que denominan “casas solidarias” hechas con madera de especies de rápido crecimiento, especialmente eucalipto, que necesitan tratamientos con productos químicos como única forma de evitar su deterioro. Como contrapuesta, el GIA ha fomentado la construcción de viviendas hechas por “artesanos rancheros” con los recursos que les provee el entorno natural.

 - H.M.: El tema de la vivienda rural dispersa tiene varias aristas a considerar: en principio los diseños rurales campestres correntinos que tienen una particularidad especial que los identifica y que aún con las mejoras que deben hacerse es digno no solo de respetar sino de valorar. Ninguna de las dos cosas ha sucedido cuando se planificaron viviendas en zonas rurales. Hay una insistencia en asimilar la zona rural a la zona urbana desconociendo las diferencias en las necesidades del uso del espacio domiciliar.

Al diseño se le suman, efectivamente, el uso de recurso maderable exótico como pino y eucalipto que no son apropiados a nuestro clima subtropical húmedo. Estas maderas largan los clavos, se tuercen, son poco durables, muy frías en invierno y muy calientes en verano. Los diseños y los materiales autóctonos de la zona, repito, sin negar que existen cuestiones a mejorar y errores a corregir, son adaptables al clima, a las necesidades de confort, pero por supuesto no ofrecen la rentabilidad comercial rápida que buscan quienes promueven las viviendas de pino y eucalipto. Justamente el pino y el eucalipto se instalaron como modelo forestal porque a diferencia de los árboles autóctonos, cuyas maderas son más nobles, tardan relativamente poco tiempo en poder ser extraídas y comercializadas. A eso se le suma que frecuentemente reducen aún más su tiempo de crecimiento, aumentando la rentabilidad, con el uso de agroquímicos. Junto con la casa de madera viene otro aditamento perjudicial: la chapa de zinc. Levantan las temperaturas en verano, la bajan mucho en el invierno, sudan y gotean, aumentan la humedad ambiental. Sin hablar de la estética que estropea cualquier oportunidad de promoción turística.

El precio a pagar por esta rápida rentabilidad, que va al bolsillo de unos pocos y que falsamente se la presenta como fuente de empleo, es el daño ambiental, la pérdida del confort y la eficiencia del diseño en función de necesidades de orden práctico y de armonía con la identidad cultural que da el ovuha coape, el “hallarse” como se dice comúnmente.

El concepto “solidario” que se les agrega a la promoción de estas viviendas de pino y eucalipto, que no aclaran con quienes se solidarizan, se desvirtúa al querer presentarlo como una mejora “porque se erradica el rancho de paja y barro” algo que en la realidad no ocurre. Es como si de repente usted se tenga que acostumbrar a vivir en un iglú, la vivienda de los esquimales, que probablemente lo haga porque el ser humano tiene una extraordinaria capacidad adaptativa, pero no deja de ser algo fuera de lugar y ajeno a su identidad y a sus pautas culturales de confort.

 - NsB: El GIA presentó un informe al gobierno provincial advirtiendo sobre los impactos generados por el modelo forestal actual ¿Cuáles fueron esas observaciones y qué respuestas tuvieron? 

- H.M.: Cuando se armó una mesa técnica para trabajar sobre el ordenamiento territorial de bosques nativos, por mandato de la Ley nacional 26.331 de Presupuestos mínimos de protección ambiental de bosques nativos, en el ámbito del Ministerio de la Producción, Trabajo y Turismo de Corrientes, participamos además del GIA, el Instituto Botánico del Noreste (IBONE) , el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL), ambos institutos pertenecientes al CONICET, y otros profesionales y organismos. En esa mesa técnica hubo prácticamente total coincidencia en las propuestas de zonificación y en la necesidad de proteger el monte nativo que ya venía siendo diezmado por la forestación exótica. Ese trabajo no fue contemplado por el Ministerio que terminó haciendo su propia zonificación en base a criterios empresariales. El resultado fue que la norma emanada del gobierno provincial se judicializó, la acción judicial se basó justamente en los informes presentados por la mesa técnica y creo que eso no está resuelto todavía. Eso no impidió por supuesto que el avance de pinos y eucaliptos continúe sin límites gracias a la paradoja de no contar con una norma. El sistema iberá siendo una Reserva Natural tiene forestación de pino, eso ya es una muestra emblemática del avance sin limitaciones de estas forestaciones.

Antes de este trabajo, el GIA realizó investigaciones de Antropología Ecológica en la zona del macrosistema Iberá. Documentamos, analizamos y presentamos informes sobre todas las implicancias del avance agresivo de las forestaciones de pino y eucalipto, que no respetaron ni calles ni veredas en pueblos del departamento San Miguel y Concepción, que aniquilaron parajes completos, que encerraron escuelas y comunidades con alambrados, en las modalidades espurias y engañosas de las empresas para expulsar población campesina y adueñarse de sus tierras que por derecho consuetudinario les pertenecían legítimamente. Los daños ambientales son palpables no sólo en los registros pluviométricos, sino observables en lagunas que antes nunca se secaron y ahora son desiertos, en las perforaciones domiciliarias, única fuente de recursos de agua para consumo humano, que ahora se secaron y se contaminaron, en la aparición de enfermedades propias de la deforestación, del aumento de población de mosquitos, en los procesos de laterización de la tierra (cuando aparece como craquelada) signo de desertización y acidificación, en el aumento de enfermedades respiratorias producto de aserraderos instalados sin control en medio de los pueblos. En la destrucción de paisajes que pierden calidad como ofertas turística y anula emprendimientos de turismo ecológico por la monotonía del paisaje que ofrecen y la expulsión de aves que ya no tienen árboles donde vivir (pino y eucalipto son inhabitables para las aves). Esto fue presentado al Ministerio de la Producción en el periodo 2008/9 y en la actual gestión lo reiteramos en una conferencia con dispositivas para el staff del Ministerio. A esta altura no me cabe duda que nuestro informe ya habrá circulado por varios metros de desagües cloacales.

[1] En agosto de 2012 Miceli denunció que autoridades provinciales intentaron desalojar el GIA derribando parte de la Casa Ferro (Carlos Pellegrini 501) donde funciona la institución, un edificio que forma parte del patrimonio histórico de la ciudad de Corrientes. http://www.diario1588.com/index.php/actualidad/7126-ipor-que-destruyen-el-patrimonio-historico

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