Foto: Nina Holland
Mayo 2009
Por M. Inés Aiuto
La Mesa redonda de Soja Responsable (RTRS por sus siglas en inglés) es una iniciativa internacional formada por productores de soja, compañías industriales, incluyendo la cadena de comercializadores, distribuidoras, instituciones financieras y sociedades civiles. Definen como su principal objetivo “lograr consenso acerca de qué constituye una producción y procesamiento responsable de la soja y promover las mejores prácticas disponibles para mitigar los impactos negativos en toda la cadena de valor”.
Antecedentes
La RTRS tiene como experiencias previas los proyectos Compacto Global, una iniciativa de la ONU en el año 2000 para debatir sobre mejores prácticas corporativas respecto a temas como derechos humanos y medio ambiente, la Mesa Redonda de Aceite de Palma Sustentable en el año 2003 impulsada por la WWF en conjunto con empresas del sector. Y el Foro de los 100 Millones de toneladas de Granos Sustentables, promovida por la Fundación Vida Silvestre (WWF Argentina) y la Asociación Argentina de Agronegocios y Alimentación (IAMA) con el objetivo de lograr un aumento de la producción de granos de 70 a 100 millones de toneladas de soja transgénica preservando sólo ciertas zonas de alto valor de biodiversidad, pero la iniciativa no prosperó.
Origen
En el 2004, los miembros de la RTRS se reunieron por primera vez en Londres para iniciar el diálogo “con el fin de promover el uso de una norma para regular la producción, el procesamiento y la comercialización responsables de soja.
El comité organizador de la Mesa Redonda estaba formado por la WWF, la transnacional de la industria alimentaria Unilever, el productor sojero brasilero de Mato Grosso, Maggi, la Federación de Pequeños Agricultores del Sur de Brasil - FETRAF, la Agencia de Desarrollo holandesa Cordaid y la cadena de supermercado suiza COOP.
Soja responsable
A fines de este mes la RTRS definirá en Sao Pablo, Brasil, los principios y criterios que fijarán el significado de la soja responsable tras reiteradas reuniones para lograr un acuerdo.
Una de las ONGs argentinas que participará en esta reunión y forma parte de la comisión ejecutiva de la RTRS es Fundapaz. Su director ejecutivo, Juan Luis Díaz, contó a Radio Nederland que “fueron convocados a participar como organización que trabaja en desarrollo rural para mostrar las consecuencias del modelo productivo”. Según Díaz, “una soja responsable implica tener en cuenta el crecimiento económico productivo, pero también la cuestión ambiental y social”.
Respecto a los principios y criterios de la RTRS el director de Fundapaz explicó: “Tienen diferentes dimensiones, uno aborda el aspecto ambiental, como producir soja en zonas que ya han sido desmontadas, frenando la producción de soja en áreas nuevas de desmontes, aunque nosotros consideramos que habría que restringir el cultivo en determinadas zonas, aun estando desmontadas. Otra dimensión se refiere a las condiciones laborales para asegurar que la producción de soja respete la normativa para los trabajadores. Y también hay una dimensión social que indica no utilizar tierras donde habiten pueblos originarios o zonas cercanas a estas comunidades, como tampoco aquellas reclamadas tanto por indígenas como por familias campesinas”.
Sin embargo, cuestiones fundamentales como el uso de semillas transgénicas y de agrotóxicos no se han incluido dentro de estos principios y criterios: “Hoy la RTRS no esta discutiendo ni analizando el tema de los agrotóxicos y los transgénicos y creemos que está pendiente porque el transgénico tiene relación directa con el avance de la soja ya que permitió que se cultive en zonas donde antes no se podía”, señaló Díaz.
Sobre la intervención de los Estados, Díaz sostiene que “la RTRS es una parte para asegurar una soja responsable, un acuerdo entre compradores y productores sobre en qué condiciones producir y que soja comprar, pero es el Estado quien debe fijar a través del ordenamiento territorial donde sí y donde no se pueden hacer determinadas producciones”.
Soja irresponsable
El Grupo de Reflexión Rural (GRR) es una de las pocas organizaciones argentinas que cuestionaron a la RTRS desde sus inicios. Jorge Rulli, integrante de la agrupación, explicó qué es la mesa redonda: “Se trata de un proyecto internacional que intenta maquillar el rostro sojero de la globalización. Lo han constituido empresas y grandes ONGs y se ha constituido país por país con ánimo de fijar reglas para nuevos mercados calificados que configuran un nuevo momento de la globalización. Es un pasaje de profundización de los modelos de la dependencia global a los mercados y de la apropiación de los recursos naturales por parte de las corporaciones. Un proceso donde intervendrán nuevos sectores como las agencias de calificación. Hay que remarcar que estas mesas redondas implican un diálogo con sectores de la sociedad civil, y ahí esta la maniobra, es lo que llaman la responsabilidad empresarial de las empresas que establecen alianzas con grupos ambientales, fundaciones que hacen trabajo campesino y con universidades. Luego fijan pautas para que presuntamente la soja sea responsable y exista supuestamente menos margen para la protesta social. Es decir, intentan conseguir el consenso social de lo que hacen”.
Mientras tanto, distintas organizaciones de todo el mundo presentaron el mes pasado una carta donde les exigen a las ONGs WWF y Solidaridad (agencia de cooperación holandesa) que abandonen la RTRS. Ambas organizaciones son consideradas como las principales ideólogas de la soja responsable.
La carta explica que la RTRS “permite y fomenta la expansión de los monocultivos de soja, promueve la soja modificada genéticamente como responsable y no protege la integridad y biodiversidad del Amazonas, Cerrado, Chaco y otras regiones de una degradación inmediata, severa e irreversible”. También advierte que “no se combate la deforestación de esta manera ya que la tala de árboles seguirá siendo permitida”.
Nina Holland es miembro del Observatorio de las Corporaciones Europeas (CEO por sus siglas en inglés) y coordina la campaña contra las políticas europeas para promover el uso de agrocombustibles.
Holland contó que la WWF y Solidaridad “creen que pactando con las grandes empresas unos pocos criterios voluntarios mal llamados ‘responsables’ van a cambiar parte de la producción actual”. También señala que “deberían suprimirse las importaciones de soja a gran escala para usarlas como alimento de millones de animales en Europa ya que implican graves impactos sociales y ambientales, rompiendo el ciclo de nutrientes no sólo en América Latina sino también en Europa”.
Respecto al aval de los distintos gobiernos hacia la RTRS expresó: “La mesa redonda no ha logrado obtener un perfil alto ni mucha visibilidad, solo tienen el aval de los gobiernos suizo, alemán y holandés. Este último es el único que en sus políticas apoya a la RTRS, además de otorgarle apoyo financiero (la mayor parte de la financiación es de distintos sectores holandeses). Es más, recientemente, la Ministra de Agricultura holandesa dijo a los parlamentarios que ‘los indios’ están presentes en la RTRS, lo cual es mentira. Pero hay que destacar que hoy el Parlamento de este país tiene mayor conciencia critica frente a la mesa redonda”.
Nina también explicó porqué fue necesaria la iniciativa de crear una soja responsable: “La critica frente al modelo de la soja transgénica ha penetrado en Europa, es por eso que tanto las compañías como Cargill, ADM, Monsanto, hasta las que producen forraje y el gobierno holandés intentan evitar que se provoque un cambio en el sistema intensivo de producción de carne. Hay que considerar que los puertos holandeses dependen de la importación de cargas como la soja. Al mismo tiempo, hacen lobby en Bruselas (Bélgica) para diluir las leyes sobre transgénicos con el objetivo de que toleren contaminaciones con OGM no autorizados en la Unión Europea”.
Por último, Holland destacó que “son cada vez más las organizaciones y gente que ven la importancia de oponerse a este lavado de imagen verde, que además obstruye otras campañas como por ejemplo, contra los transgénicos”.
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